domingo, 9 de noviembre de 2014

Historias de la Candelaria

La Calle del Fantasma


Según el libro 'Fantasmas en la Candelaria' de Stella Monsalve Gaitán, quien se destacó por ser una de las guías turísticas más reconocidas de La Candelaria por su amplio conocimiento de la localidad así como por reconstruir varias historias de fantasmas y espectros que rondaban este histórico sector de la ciudad, existe una calle denominada la Calle del Fantasma debido a que varias leyendas y relatos fantásticos tuvieron lugar allí, o por lo menos eso afirman quienes han vivido cerca a ese lugar por varias décadas.


La Calle del Fantasma está ubicada en la Carrera 1ª entre Calles 9ª y 10ª. Este lugar es famoso por la historia del ingeniero Alex Mogollón, a quien un antiguo alcalde de la ciudad le encomendó la tarea de empedrar por completo el barrio La Candelaria y para eso le dio un plazo de 6 meses y 6 días. No obstante, el tiempo pasó y Alex estaba más preocupado por ir a tomar cada noche que por entregar el trabajo. La noche anterior al día de la entrega, el ingeniero, asustado porque sabía que no iba a acabar, invocó al diablo para que le ayudara y a cambio él le entregaría su alma, pero no debía faltar ni una piedra o de lo contrario no habría trato. El diablo y sus ayudantes debían hacer el trabajo de 6 meses y 6 días en 6 horas y así fue. Al día siguiente, todas las calles del barrio estaban empedradas, hasta que el diablo y Alex Mogollón llegaron al callejón de la Calle del Fantasma, y tal fue la sorpresa del diablo al darse cuenta de que debía irse sin el alma del ingeniero porque resultó que en esta calle precisamente faltaba una piedra y no había nada que pudiera hacer pues el trato era muy claro.

Stella Monsalve cuenta que en el callejón de esta calle coincidencialmente hay 665 piedras, solo hizo falta una para completar el trabajo. Por otra parte, cuenta la historia de una residente del lugar llamada Carmen Domínguez, quien relata que "en noches oscuras se ve a un parroquiano tratando de cuadrar algo en el piso; los que lo han visto no saben a ciencia cierta qué es, pero se atreven a decir que parece ser la piedra 666".

La determinación de bautizar esta calle así se debe a esa producción fantasmal que se da en la mente de los ciudadanos, a ese imaginario colectivo que se vive en este sector de Bogotá ya que no sólo con este nombre se está reconociendo que allí hubo o hay fantasmas, también la creación de este relato urbano que se ha mantenido hasta nuestros días permiten ver cómo se le da un sentido de recordar y evocar el pasado y de ese modo crear una memoria histórica de lo que alguna vez fue el Centro de Bogotá en el que personajes ilustres e infames pero reconocidos alguna vez habitaron el mismo lugar por el que hoy en día pasamos e incluso vivimos.


La Calle del Divorcio

Otra de las calles más conocidas en el centro de la ciudad y que llaman la atención por su nombre es la Calle del Divorcio, llamada así porque, según cuenta la leyenda y varios habitantes del lugar, en este calle una pareja que duró veinte años de noviazgo vivió allí. Al parecer estos enamorados eran de otra parte de Colombia y llegaron precisamente a esta calle de Bogotá con el fin de escapar de sus familias que querían separarlos para que se casaran con otras personas previamente elegidas por éstas.

Todas las noches salían de la casa donde vivía la pareja ruidos como llantos y golpes, signo de que la relación no funcionó; sin embargo, los jóvenes siguieron viviendo juntos hasta que se convirtieron en unos ancianos, todo con tal de no regresar con sus familias. Fue así como "ella, una dama muy hermosa, todas las noches deseaba que ocurriera algo que la sacara de allí. Él, un caballero morrudo y de buen porte, sucumbía en una gran cobardía y no podía abandonar a su mujer."

Finalmente, la historia cuenta que "la Calle del Divorcio cumple los deseos de una unión frustrada y los rejuvenece con cada pareja que por allí decide una buena separación antes de un sufrimiento de por vida".


Si bien el relato es interesante y le da explicación a la razón por la que la calle se llama "Calle del Divorcio", es claro que existe un imaginario que ha logrado colectivizarse a lo largo del tiempo y aunque hay una pequeña posibilidad de comprobar si la historia en cuestión es cierta o no, en realidad no es necesario para la mayoría de las personas que la sepan o la escuchen puesto que para ellos, incluso para nosotras, tiene más sentido esa construcción y origen cultural del nombre de la calle, no sólo porque tiene un sentido más fantástico e imaginario sino también porque de esa forma existe una evocación del pasado que se puede comprobar gracias a las casas coloniales que aún se mantienen en La Candelaria. Es a partir de ese sentido imaginario que se hace presente lo fantasmal en este sector y nosotros como ciudadanos, creyentes, contadores y transmisores de leyendas e historias hacemos que ese acontecimiento adquiera una percepción real aunque posiblemente no lo sea.

La Calle de la Esperanza

Otra de las calles insignias del barrio La Candelaria es la Calle de la Esperanza, cuyo nombre se debe a que se cuenta que en ese lugar vivió el General Antonio Ricaurte, "que constantemente se marchaba a la guerra y  dejaba a su amada, Juana Martínez, llena de angustia y con la esperanza de volverlo a ver. Ahora se encuentra allí el Museo Militar, como memoria a todos aquellos que han incitado ánimos de esperanza para la nación entera."

partir de este relato urbano se presenta una de las tantas formas como en La Candelaria se les da un nombre  particular a cada calle, hecho que las hace únicas y que les permite a los ciudadanos distinguir entre varias calles que parecen similares pero que tienen una diferencia fundamental: la historia detrás de la cual se derivó el nombre por el que ahora son conocidas. Esta manera de llamar a las calles por su nombre deja ver la naturaleza personal que poseen estos lugares así como el barrio y sector del que hacen parte pues se hace en cierta forma un homenaje a quienes alguna vez vivieron allí y a la vez se rememora un pasado que está determinado por el presente y el futuro, los cuales se encargan de mantenerlo y de hacer que perdure en la memoria de los ciudadanos. 


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